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Uno de los iconos más representativos de la celebración de la Semana Mayor en Venezuela, es el Nazareno de San Pablo. Se trata de una advocación en la cual es representado Jesucristo cargando la cruz camino al Calvario, cuya veneración se extiende por más de dos siglos en toda Venezuela.

Hablar de la historia del Nazareno de San Pablo es remontarse a la Caracas colonial y de la fe y devoción propia del caraqueño. Su fervor comienza en la antigua capilla de San Pablo el Ermitaño, erigida hacia el año 1580, donde estuvo alrededor de 200 años, la cual, fue demolida durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco para construir el conocido “Teatro Municipal”.

El Nazareno de San Pablo sale en el siglo XVII de Sevilla, pero es un misterio quien fue el artista que hizo la obra de arte. Sin embargo, el restaurador Carlos Federico Duarte logró establecer que el Nazareno fue hecho en Sevilla. Se presume que quien hizo la figura era un tallista y escultor llamado Felipe De Ribas.

Son muchas las versiones y anécdotas en torno a la historia del Nazareno de San Pablo, que datan de la época de la Colonia, cuando Caracas había atravesado por varias enfermedades, entre ellas, el vómito negro, viruela y el cólera. Por supuesto, la gente, en su imaginario colectivo, siempre ha recurrido a Dios, en tiempos de enfermedad.

 “Cuenta una de las leyendas, que en una de las terribles enfermedades que embargaron nuestro país, para el año 1696, en la Población de Caracas pidieron sacar en procesión al Nazareno de San Pablo para pedir que cesara la enfermedad, al pasar por la esquina Miracielos, su cruz chocó contra un frondoso árbol y se desprendieron de él varios limones, la gente gritaba a viva voz ¡Milagro!, los devotos recogieron los frutos como señal divina y prepararon limonada; finalmente obtuvieron un resultado que los alegró profundamente, la peste había acabado. Desde ese tiempo se le catalogó como la esquina de El Limonero del Señor. Luego el fervor y la devoción hacia El Nazareno de San Pablo aumentaron enormemente.”, expresó el Pbro. Gilberto García, párroco de San Judas Tadeo de la Arquidiócesis de Coro,

La superstición del pueblo, creía que algo le iba a pasar a Guzmán Blanco por haber cometido sacrilegio de derrumbar la Iglesia. Cuenta la historia que su esposa, preocupada porque a su familia le ocurriera algo malo le hace saber al presidente sus angustias, es donde el mandatario decide construir la Basílica de Santa Teresa, en homenaje a su cónyuge.

En ese sentido, Guzmán decide que todas las pertenencias de la Iglesia de San Pablo pasaran ser propiedad de la Basílica Santa Teresa, siendo construida en el mismo año en que se tumbó la iglesia de San Pablo.

“Desde ese entonces, el Nazareno se perfila como esa imagen que nos acompaña, camina con nosotros y nos da su bendición. Es interesante que no hay datos registrados que den prueba de ello, pero, ¿Quién puede con la fe y religiosidad de la gente?, al final es lo importante en toda devoción, la fe. Es por tanto que, la figura del Nazareno es la imagen de Cristo con su cruz hacia el Calvario. Es la imagen de un Dios sufriente que camina con su pueblo y que se va encorvando por el peso de nuestros pecados. Es un Dios cercano, al cual le importamos y al cual podemos recurrir porque sabemos que nos comprende y nos entiende.”, agregó el Presbítero.

Es por ello que, en las celebraciones de Semana Santa, una de las tradiciones realizadas con gran fervor y devoción en Venezuela, es la magnífica procesión en homenaje al milagroso Nazareno de San Pablo.

Desde la madrugada del Miércoles Santo, numerosos fieles acuden a la basílica de Santa Teresa para venerar al protagonista por excelencia de la Semana Santa caraqueña: El Nazareno de San Pablo. Durante el día se celebran más de 30 misas en la iglesia y al final de la tarde la imagen sale en solemne procesión por las calles de la ciudad, engalanada con miles de orquídeas y acompañada de innumerables devotos que buscan pagar un favor recibido u obtener algún milagro de la adorada talla.

No obstante, esta devoción Caraqueña se ha extendido a todo el país, de modo que, todo miércoles santo, en cada rincón de Venezuela, siempre hay una expresión de devoción al Nazareno, que le acompaña la bendición de limones. “En la Arquidiócesis de Coro, es una de las imágenes que más devotos tiene. Es Jesús sufriente, Jesús caminante, Jesús de la esperanza, es por tanto, una de las advocaciones más populares con mayor devoción, por lo que, nosotros debemos promoverla en nuestra nación.”, puntualizó el párroco de San Judas Tadeo.

Llama la atención que, en Venezuela, cada miércoles santo, no existe un lugar del país donde no vistan de color morado, y es que, todos tienen un agradecimiento a Jesús de Nazaret, ese que camina y con el que sufrimos paso a paso y en su rostro, nos transmite aquella frase “Tus heridas nos han salvado” Is 53, 5.

El escritor Andrés Eloy Blanco popularizó el prodigio en el largo poema “El limonero del Señor”, incluido en su libro “Poda”, de 1935, en cual versa lo siguiente:

En la esquina de Miracielos

Hubo una breve oscilación;

Los portadores de las andas

Se detuvieron, Monseñor.

El arzobispo, alzó los ojos

Hacia la Cruz; la Cruz de Dios,

Al pasar bajo el limonero

Entre sus gajos se enredó.

Sobre la frente del Mesías

Hubo un rebote del verdor

Y entre sus rizos tembló el oro

Amarillo de la sazón.

De lo profundo del cortejo

Partió la flecha de una voz:

¡Milagro! ¡Es bálsamo, cristianos,

el limonero del Señor!

Y veinte manos arrancaron

La cosecha de curación

Que en la esquina de Miracielos

De los cielos enviaba Dios.

Y se curaron los pestosos

Bebiendo el ácido licor

Con agua clara de Catuche,

Entre oración y oración.

Este año, caminamos espiritualmente con el Nazareno, para que alivie nuestra circunstancia y alimente nuestra esperanza, fortalezca nuestra fe y afiance nuestro amor. “Él cargó con nuestros pecados y miserias. Ese es Jesús, caminando con nosotros.”.

Libertad Sierra Mavárez

Prensa Arquidiócesis de Coro