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La trágica muerte de George Floyd ha demostrado dramáticamente que el sueño de Martin Luther King aún está lejos de hacerse realidad. Sin embargo, el histórico discurso, I have a dream, pronunciado por el líder del movimiento por los derechos civiles el 28 de agosto de hace 57 años, sigue resonando, incluso en estos días, en la boca de quienes exigen justicia y dignidad para la comunidad afroamericana y con ella para todas las minorías de todos los tiempos. Aquel «sueño», que tiene sus raíces en el Evangelio y en el poder liberador del amor de Dios, ha encontrado en los Papas que se sucedieron unos grandes aliados comenzando por San Pablo VI que recibió al pastor bautista en el Vaticano el 18 de septiembre de 1964 y lo alentó a continuar su compromiso pacífico contra la discriminación racial.

Cuatro años más tarde, el Papa Montini recibió con consternación la noticia del asesinato de Martin Luther King el 4 de abril de 1968 en Memphis, Tennessee. Pasan tres días: el Domingo de Ramos, Pablo VI recuerda la figura del Premio Nobel de la Paz con palabras de extraordinaria actualidad.

El Papa reza para que este crimen pueda tomar el “valor del sacrificio».  “Que no se profundice el odio, ni la venganza, ni un nuevo abismo entre los ciudadanos de la misma gran y noble tierra, sino que un nuevo propósito común de perdón, paz, reconciliación en la igualdad de derechos libres y justos se imponga a las injustas discriminaciones y a las luchas presentes.

Nuestro dolor se hace más grande y más temeroso debido a las reacciones violentas y desordenadas que el triste hecho ha provocado; pero nuestra esperanza también crece al ver que en cada lado responsable y desde el corazón del pueblo sano crece el deseo y el compromiso de sacar de la muerte inicua de Martin Luther King una superación efectiva de las luchas raciales y de establecer leyes y métodos de convivencia más conformes con la civilización moderna y con la hermandad cristiana”.   

Veinte años más tarde, el 12 de septiembre de 1987, otro Papa Santo recuerda el sueño del líder afroamericano. San Juan Pablo II está en Nueva Orleans donde se reúne con la Comunidad Católica negra de la ciudad. Karol Wojtyla recuerda el largo y difícil camino de la comunidad afroamericana para superar la injusticia y liberarse del peso de la opresión. «En las horas más difíciles de vuestra lucha por los derechos civiles en medio de la discriminación y la opresión», enfatiza, «Dios mismo ha guiado vuestros pasos en el camino de la paz». Frente a la historia se levanta la respuesta de la no violencia en la memoria de esta nación como monumento que honra a la comunidad negra de los Estados Unidos». Juan Pablo II habla del «papel providencial» desempeñado por Martin Luther King «para contribuir a la justa mejora de la condición de los negros americanos, y como consecuencia a la mejora de la misma sociedad americana». Al igual que Pablo VI, encuentra una particular armonía con la visión cristiana de la hermandad humana encarnada por el pastor de Atlanta que creyó, incluso hasta el sacrificio extremo, en la acción liberadora de la fe en Cristo.

A esta visión también se refiere Benedicto XVI que, en la ceremonia de bienvenida celebrada en Washington el 16 de abril de 2008, subrayó que la fe en Dios ha sido «una constante inspiración y una fuerza orientadora» en la lucha dirigida por Martin Luther King «en la lucha contra la esclavitud y en el movimiento en favor de los derechos civiles». Palabras reforzadas icásticamente dos días después por el encuentro del Papa Ratzinger con la hija del Reverendo King, Bernice Albertine, al margen de una celebración ecuménica en Nueva York. Pasaron siete años: por primera vez en la historia, un Pontífice se dirigió al Congreso de los Estados Unidos en una sesión conjunta. En el Capitolio, el 24 de septiembre de 2015, Francis pronunció un discurso sobre el espíritu de los Estados Unidos, señalando que «Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Abraham Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres «soñar» con plenitud de derechos para sus hermanos y hermanas, como intentó hacer Martin Luther King». Para el Papa, ese «sueño continúa inspirándonos» porque despierta «lo que de más profundo y auténtico hay en los pueblos». Y, como en muchas otras ocasiones, quiere subrayar que este tipo de sueños no son fines en sí mismos, sino que «movilizan a la acción, a la participación, al compromiso”.

También Francisco, como sus predecesores, encontrará la hija del reverendo afroamericano, también ella activista por los derechos civiles. Esta vez la audiencia con Bernice Albertine tendrá lugar en el Vaticano, el 12 de marzo de 2018. La entrevista tiene un carácter privado, pero es de gran importancia porque acaece tres semanas antes del 50 aniversario del asesinato de Martin Luther King. Para el Papa, tal y como escribió en su Mensaje para el Día Mundial de la Paz de 2017, Martin Luther King ha logrado éxitos contra la discriminación racial que «no se olvidarán nunca».  Sin embargo, la forma en que se han logrado no cuenta menos que los mismos resultados. «La no violencia practicada con decisión y coherencia ha producido resultados impresionantes» escribe Francisco. Por el contrario, como se ha dicho en la audiencia general esta mañana, dirigiendo nuestros pensamientos precisamente a lo que está sucediendo en el extranjero, «nada se gana con la violencia y mucho se pierde».

Prensa Arquidiócesis de Coro

Nota de prensa Vatican News