Mis queridos hermanos sacerdotes,
El día de mañana se celebra en la Iglesia la Jornada de Oración por la
Santificación de los Ministros Ordenados. Lamentablemente por motivos ya
conocidos no podremos celebrar es día como ya es costumbre en nuestra
Iglesia arquidiocesana. Pero, creo que es una oportunidad muy buena a fin de descubrir lo que Dios quiere de nosotros. Cada día es mas urgente practicar la virtud de la contemplación para encontrarnos con Dios en nuestra historia.
Qusiera compartir con ustedes una reflexión que nos ayude a santificarnos en nuestro ministerio ordenado.
El Papa Francisco, en su homilía del 3 de Junio de 2016, nos decía que en esta Jornada debíamos fijarnos en dos corazones: “el del Buen Pastor y nuestro corazón de pastores.” Yo también los invito en esta oportunidad a fijarnos en estos dos corazones.
En primer lugar, en el corazón misericordioso del Buen Pastor que nos acoge y recibe tal como somos: con nuestras virtudes, pero, también con nuestros pecados, faltas y limitaciones. Allí es el único lugar donde podemos sentirnos seguros, acompañados y fortalecidos, pues, “su amor no tiene límites, no se cansa y nunca se da por vencido.” (Francisco. – Homilía del 3-06-2016) En estos días tan críticos por todas las circunstancias que vivimos, el acercarnos a su Corazón misericordioso nos permite vivir nuestro sacerdocio con fe, esperanza y alegría. Recordemos que Él nos ama “hasta el extremo” (Jn.13,31) y no se detiene antes, va hasta el final, sin imponerse nunca.
El otro corazón en que nos debemos fijar, según Francisco, es nuestro corazón de pastor. Frente a ese amor misericordioso de Jesús nos debemos preguntarmn ¿A dónde se orienta mi corazón? Recordemos las palabras de Jesús en Mt. 6,21: “Donde está tu tesoro, allí está tu corazón” Esta es una pregunta que debemos hacérnosla todos los días a fin de ser fieles a nuestra vocación como bautizados y consagrados.
El mismo Jesús nos dice donde debe estar puesto nuestro corazón, cuál debe
ser nuestro tesoro. Queda muy claro en los Evangelios que los dos grades
tesoros de Jesús de Nazaret son: el Padre y nosotros, Dios y nuestro prójimo.
Y esos deben ser también nuestros tesoros. El Papa Francisco nos dice: “El
corazón del sacerdote es un corazón traspasado por el amor del Seño; por eso no se mira a sí mismo – no debería mirarse a sí mismo – sino que está dirigido a Dios y a los hermanos”
Mis queridos hermanos sacerdotes los invito encarecidamente que, en este
día del Corazón de Jesús, reflexionemos con seriedad y con fe en este mensaje que nos deja Jesús misericordioso. Solo en Él encontraremos la verdadera felicidad y podremos vivir con alegría y generosidad el ministerio del Sacerdocio al que hemos sido llamados.
Con mi bendición,
+ Mariano José Parra Sandoval
Arzobispo de Santa Ana de Coro