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En declaraciones a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, el Obispo caldeo de Alepo (Siria), Mons. Antoine Audo, dijo que la pandemia no se compara al bloqueo económico que sume en la pobreza a Siria, y recordó a la comunidad internacional que la guerra y violencia continúan.

Según ACN, Mons. Audo vivió “en primera persona los peores momentos de la guerra en Siria cuando la ciudad estaba sitiada por las tropas rebeldes y los bombardeos no cesaban día y noche”. Hoy en día, el conflicto entró en su “etapa final”, y si bien la guerra se alejó de Alepo, la población “sigue necesitando ayuda para sobrevivir”.

“La nueva crisis por el coronavirus es un mal menor, comparado con el bloqueo económico del país que asfixia en la pobreza a la población de Siria”, dijo el Prelado a ACN.

Ante la poca cobertura mediática sobre la guerra en Siria, Mons. Audo reafirmó que “la guerra no ha terminado todavía, especialmente en Idlib, cerca de Alepo, y en la región de Jazira, al noreste de Siria. La violencia en la parte septentrional afecta a toda Siria y el pueblo sirio está sumido en la miseria”.

Debido a los años de violencia y destrucción en el país, el Prelado señaló que “la economía siria ahora está completamente destruida y el pueblo sirio empobrecido de forma brutal”.

Para el Prelado, la comunidad internacional se olvidó de Siria, porque “las grandes potencias han logrado lo que buscaban, el debilitamiento del estado sirio”. Al respecto, recordó “la explotación del petróleo por parte de los estadounidenses en la región de Jazira y el establecimiento de los turcos en nuestro país, en Idlib y en la región de Jazira”.

Sobre el plan de reconstrucción de Siria, el Prelado dijo que “la reconstrucción avanza tímidamente”. Explicó que este avance se puede notar en las “tiendas y zocos [mercado en una plaza u otro lugar al aire libre en países árabes] en el casco antiguo de Alepo, y también en algunas viviendas”.

Para Mons. Audo, el desarrollo en Siria está estancado debido al “grave problema de la falta de electricidad y combustible”, que impiden un verdadero arranque de la economía y la reconstrucción.

Sobre las consecuencias del COVID-19 en la vida de los sirios, el Prelado dijo que “la amenaza es continua” debido a la pobreza, pero que la ayuda de ACN “que cubre hasta el 70 por ciento de las cirugías” evitó que las consecuencias sean más graves.

“Nuestros hospitales carecen de equipamiento, realmente carecemos de los medios de control debido a la pobreza generalizada. Pero podemos decir que, a pesar de todo, la epidemia podría haber sido mucho peor”, señaló.

“Esta ayuda, de la que yo soy responsable en nombre de los obispos católicos de Alepo, es muy importante porque permite ayudar con regularidad a los cristianos a someterse a operaciones en los hospitales y estamos muy agradecidos a ACN”, agregó.

Sobre las familias cristianas desplazadas por la guerra que están regresando desde Turquía, Líbano y otras regiones a sus hogares en Siria, Mons. Audo explicó que “el retorno depende de las regiones y de la situación económica del país de origen”.

“El actual regreso del Líbano se debe a la crisis económica. En Alepo no tenemos un fenómeno masivo de retorno. Tal vez, se dé más en el litoral”, señaló.

Finalmente, el Prelado aseguró que seguirán haciendo todo lo posible como Iglesia Católica para mantener su presencia entre las familias cristianas ahora y de cara al futuro.

“Prueba de ello es la reconstrucción de iglesias, viviendas y escuelas en toda Siria y, especialmente, en Alepo, también con la ayuda de la fundación ACN. Nuestro futuro, incluso siendo una minoría, depende de que seamos una Iglesia viva y fiel a la gracia recibida a través del bautismo”, concluyó.