El pasado 26 de enero, en la memoria litúrgica de los Santos Obispos Timoteo y Tito, el Cardenal Robert Sarah y el Arzobispo Arthur Roche, respectivamente Prefecto y Secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, firmaron un Decreto de variación en el Calendario General Romano referente a la celebración del 29 de julio, que a partir de este año se llamará de los Santos Marta, María y Lázaro
Vatican News
En el Decreto firmado por el Cardenal Robert Sarah y el Arzobispo Arthur Roche, respectivamente Prefecto y Secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos se recuerda que “en la casa de Betania, el Señor Jesús experimentó el espíritu familiar y la amistad de Marta, María y Lázaro, y por eso el Evangelio de Juan afirma que los amaba”. Y se añade:
“Marta le ofreció generosamente hospitalidad, María escuchó atentamente sus palabras y Lázaro salió rápidamente del sepulcro por mandato de Aquél que ha humillado a la muerte”
Actual Martirologio Romano
También se destaca que “la tradicional incertidumbre de la Iglesia latina sobre la identidad de María – la Magdalena, a la que se le apareció Cristo tras su resurrección, la hermana de Marta, la pecadora a la que el Señor perdonó sus pecados – que motivó la inscripción únicamente de Marta el 29 de julio en el Calendario Romano, se ha resuelto en estudios y tiempos recientes, como testimonia el actual Martirologio Romano, que también conmemora a María y Lázaro en ese mismo día”.
Asimismo, se explica que “en algunos Calendarios particulares los tres hermanos se celebran juntos en ese día. Por ello, considerando el importante testimonio evangélico que dieron al hospedar al Señor Jesús en su casa, al escucharlo atentamente, al creer que él es la resurrección y la vida”:
“El Sumo Pontífice Francisco, acogiendo la propuesta de este Dicasterio, ha dispuesto que el 29 de julio se inscriba en el Calendario Romano General la memoria de los santos Marta, María y Lázaro”
Por tanto, dicha memoria deberá aparecer con esta denominación en todos los Calendarios y Libros litúrgicos para la celebración de la Misa y la Liturgia de las Horas; las variaciones y añadidos que han de ser adoptados en los textos litúrgicos, adjuntos al presente decreto, deben ser traducidos, aprobados y, después de la confirmación de este Dicasterio, publicados por las Conferencias Episcopales.
Marta, María y Lázaro en las enseñanzas de Francisco
Las reflexiones del Papa sobre estos tres Santos hermanos son numerosas. En el primer año de su Pontificado, a la hora del Ángelus del 21 de julio, citando el episodio narrado por el Evangelista Lucas de la visita de Jesús a sus amigos Marta, María y Lázaro, en la pequeña aldea a pocos kilómetros de Jerusalén, recordó que mientras «María, a los pies de Jesús, escuchaba su palabra», «Marta estaba ocupada en muchos servicios». Y dijo que «ambas ofrecieron hospitalidad al Señor de paso, pero lo hicieron de manera diferente: María escuchaba (…), mientras que Marta se dejaba absorber por las cosas que había que preparar, y estaba tan ocupada que se dirigió a Jesús diciendo: ‘Señor, ¿no te importa nada que mi hermana me haya dejado sola para servir? Así que dile que me ayude».
Francisco explicó entonces que la cariñosa reprimenda de Jesús: «Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas, pero una sola… es la que se necesita», pone de relieve que la mujer estaba demasiado absorbida y preocupada por las cosas que había que hacer. Pero no define la de Marta y la de María como «dos actitudes opuestas», sino que «nunca deben estar separadas, sino que deben vivirse en profunda unidad y armonía», hasta el punto de que «en un cristiano, las obras de servicio y de caridad nunca se desprenden de la fuente principal», es decir, «la escucha de la Palabra del Señor, estando – como María – a los pies de Jesús».
Por esta razón el Papa señaló en aquella oportunidad que «una oración que no lleva a una acción concreta hacia el hermano pobre, enfermo, necesitado de ayuda”, es una oración estéril e incompleta. Pero, del mismo modo, cuando en el servicio eclesial se está atento sólo al hacer, se da más peso a las cosas, a las funciones, a las estructuras, y se olvida la centralidad de Cristo, no se reserva tiempo para el diálogo con Él en la oración, se corre el riesgo de servirse a sí mismo y no a Dios presente en el hermano necesitado».
La resurrección de Lázaro
El quinto domingo de Cuaresma de 2014, era el 6 de abril, Francisco comentó la resurrección de Lázaro y su salida del sepulcro al grito de Jesús: «¡Lázaro, sal!». Y dijo en aquella oportunidad:
“Este grito perentorio se dirige a todo hombre porque todos estamos marcados por la muerte”
Por otra parte, el 5 de noviembre del año pasado, con el episodio de la resurrección de Lázaro, en el Evangelio de la Misa por el sufragio de los Cardenales y Obispos fallecidos, Francisco se refirió nuevamente a Marta, invitando a mirar su fe. Lázaro está muerto y ha sido enterrado, pero Marta, cree firmemente que Jesús podrá todo. «Yo soy la resurrección y la vida; quien crea en mí, aunque muera, vivirá; quien viva y crea en mí, no morirá eternamente»: le dice Jesús. Y «la gran luz de estas palabras prevalece sobre las tinieblas del grave duelo causado por la muerte» de su hermano, dijo el Papa. Marta acepta todo y con una firme profesión de fe declara: “Sí, Señor, creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que viene al mundo”. Las palabras de Jesús, concluía el Santo Padre, “trasladan la esperanza de Marta del futuro lejano al presente: la resurrección está ya cerca de ella, presente en la persona de Cristo”.