India y Extremo Oriente en las palabras del Papa de hoy al final de la catequesis de la Audiencia General. Francisco no dejó de expresar su cercanía a los heridos y desaparecidos en la tragedia del pasado domingo en el Himalaya y luego deseó paz, bien y fraternidad a quienes se preparan para celebrar el Año Nuevo Lunar
Gabriella Ceraso – Ciudad del Vaticano
La catástrofe medioambiental del pasado domingo en un desfiladero del estado de Uttarakhand, en el norte de la India, con sus 32 víctimas y unos 170 desaparecidos, centran la oración que el Papa dirige hoy, al final de la catequesis de la Audiencia General, a todos los afectados:
«Expreso mi cercanía a las víctimas de la calamidad ocurrida hace tres días en el norte de la India, donde parte de un glaciar se desprendió provocando una violenta inundación que arrasó las obras de construcción de dos centrales eléctricas. Rezo por los trabajadores fallecidos y sus familias, y por todos los heridos y damnificados».
Mientras tanto, la búsqueda continúa durante la noche. Los socorristas intentan rescatar a 34 trabajadores de la hidroeléctrica atrapados en un túnel. La tragedia se produjo por el desprendimiento de un trozo de glaciar en el lago artificial creado por la presa de Rishiganga en el río Alaknanda, en el Himalaya, cerca del Parque Nacional de Nanda Devi. La rotura de la presa, a su vez, generó una gran inundación que obligó a evacuar muchos pueblos río abajo. Cientos de personas siguen desaparecidas en una zona muy frágil desde el punto de vista medioambiental y en la que ya en junio de 2013 las lluvias récord provocaron terribles inundaciones que costaron la vida a más de 5 mil personas. Una catástrofe apodada «tsunami del Himalaya», por los torrentes de agua desatados en la zona montañosa.
Las palabras del Papa siguen a las condolencias expresadas por los obispos indios por la «pérdida de tantas vidas preciosas» en lo que calificaron de «verdadera catástrofe natural», confiando en el máximo compromiso del gobierno a pesar del «lugar particularmente inaccesible y las condiciones climáticas adversas».
El Año Nuevo Lunar trae paz, fraternidad y salud
Al final de la catequesis, con la mirada siempre dirigida hacia Oriente, el Papa quiso también saludar y dirigir sus especiales deseos de paz y bien a los millones de personas que el próximo 12 de febrero, desde China a Vietnam, desde Corea a Japón, en el Extremo Oriente por tanto, celebrarán el Año Nuevo según el cálculo del tiempo del calendario lunar. En este tiempo de pandemia, que la salud, la bondad y la fraternidad nos acompañen:
«Deseo enviar mis cordiales saludos, junto con el deseo de que el nuevo año traiga frutos de fraternidad y solidaridad. En este momento concreto, en el que existe una gran preocupación por afrontar los retos de la pandemia, que afecta no sólo al cuerpo y al alma de las personas, sino también a sus relaciones sociales, expreso el deseo de que todos disfruten de plena salud y serenidad de vida».
Y si el deseo es de salud y serenidad, el Papa no deja de pedir el don de la paz con una mirada preferente siempre a la atención de los pobres:
Y aunque finalmente os invito a rezar por el don de la paz y de cualquier otro bien, os recuerdo que se consiguen con bondad, respeto, previsión y valor. No olviden nunca tener una atención preferente hacia los más pobres y débiles.