Radio Guadalupana Online

Caracas.- La Iglesia inicia el tiempo de Cuaresma con el Miércoles de Ceniza. En este día, caracterizado por ser de oración y ayuno, los fieles reciben la imposición de las cenizas elaboradas a partir de las palmas del Domingo de Ramos del año anterior, símbolo de penitencia, conversión y de la temporalidad del ser humano, frente a la eternidad que es Dios: “en polvo eres, y en polvo te convertirás” (Gn. 3,19).

Adaptándose a las medidas de seguridad sanitarias establecidas en este tiempo de pandemia, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha indicado cómo se llevará a cabo el rito en esta oportunidad. “Pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirigirá a los presentes, diciendo una sola vez y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano: «Convertíos y creed en el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás».

Después, el sacerdote se limpiará las manos y se pondrá la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Posteriormente, impondrá la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acercará a los fieles que estén de pie, permaneciendo en su lugar. Asimismo, el sacerdote tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada”.

La ceniza representa la caducidad, pero también humildad y penitencia. Es signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. La invitación para esta Cuaresma, es a renovar la fe, la esperanza y la caridad, como lo indica el Papa Francisco en su mensaje para este tiempo.

“Recorriendo el camino cuaresmal, que nos conducirá a las celebraciones pascuales, recordemos a Aquel que «se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz» (Flp 2,8). En este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo”, expresa el Sumo Pontífice. “Este llamado a vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, y para compartir nuestros bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre”.

Prensa CEV
17 de febrero de 2021