Radio Guadalupana Online

No es extraño para nosotros los venezolanos que, en estos últimos años, encontremos niños de todas las edades en los semáforos, pidiendo le permitamos lavar los vidrios de nuestro vehículo para recibir algo del dinero. Del mismo modo en las tiendas de víveres, adolescentes se pelean por transportar las bolsas de alimentos y percibir en muchas oportunidades, unos pocos billetes y de poco valor.

Pero ésta, no es una realidad solo de nuestro país. Es una realidad mundial. Hay 168 millones de niños en el mundo sometidos a la esclavitud que presentan la cara más cruel del siglo XXI. Su explotación está en nuestro día a día, desde nuestra ropa, hasta los minerales de nuestro teléfono celular. Muchos son forzados a ejercer la prostitución, la mendicidad o el tráfico de drogas.  Son diversas las formas modernas de esclavitud y afectan a los niños de las peores maneras. Se puede tratar de tráfico infantil, reclutamiento infantil en grupos armados, trabajo forzado y servidumbre o incluso el uso de niños en el tráfico internacional de estupefacientes. Un ejemplo son los niños soldados que suelen ser secuestrados de sus casas, drogados, hasta el punto de no tener más referencias, y adiestrados para matar al «enemigo». También la delincuencia organizada los recluta y les enseña a ser sicarios.

Han pasado dos siglos desde que se aboliera la esclavitud en el Imperio Británico, 60 años desde que la ONU firmara la Convención Suplementaria sobre la Abolición de la Esclavitud y 26 desde la entrada en vigor de la Convención sobre los Derechos del Niño. Leemos en el artículo 9 de esta Declaración de los Derechos del Niño:

 «El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación. No será objeto de ningún tipo de trata. No deberá permitirse al niño trabajar antes de una edad mínima adecuada; en ningún caso se le dedicará ni se le permitirá que se dedique a ocupación o empleo alguno que pueda perjudicar su salud o su educación o impedir su desarrollo físico, mental o moral».

Sin embargo, todas estas declaraciones y leyes internacionales ni se toman en cuenta, ni se respetan por muchos gobiernos. La pobreza, la globalización y la consiguiente demanda de mercancías y mano de obra barata han provocado un aumento sin precedentes de menores trabajadores. África, Asia, el Pacífico y las Américas son quienes más lo registran, y por ello una tercera parte de esta infancia queda fuera del sistema escolar. Estos menores adquieren, muchas veces, una deuda con su patrón y tienen que trabajar hasta que esa deuda quede pagada.

Este es un pecado social ante el cual no podemos pasar indiferentes. No podemos ser igual que las autoridades políticas y comerciales que muchas veces ignoran por completo esta situación tan crítica en nuestras sociedades. Por esta razón se ha establecido el 16 de abril como el día Internacional contra la Esclavitud Infantil; a fin de que se tome conciencia de esta situación tan irregular que afecta a toda la humanidad y que nosotros, como discípulos de Jesús, repudiamos como pecado social que es.

En este Día Internacional, el Papa ha tuiteado: “En este mundo, que ha desarrollado las tecnologías más sofisticadas, hay todavía por desgracia tantos niños en condiciones inhumanas, explotados, maltratados, esclavizados, prófugos. De todo esto nos avergonzamos hoy delante de Dios. #EndChildSlavery”

El 12 de junio de 2013, en la Audiencia General el Papa amonesta a la humanidad con estas palabras: «Mucha gente, en lugar de dejarlos jugar, los hace esclavos: esto es una plaga. Una infancia serena permite a los niños mirar con confianza hacia la vida y el mañana. Ay de los que sofocan en ellos el impulso alegre de la esperanza». Al año siguiente en otra Audiencia General el Papa afirma: «¿Piensan que esta gente que trafica personas, que explota a las personas con el trabajo esclavo tiene en el corazón el amor de Dios?» La esclavitud en general y la infantil, de manera especial, es un pecado muy grave que ofende a Dios que es amor infinito. Por eso el Santo Padre afirma: “»No, no tienen temor de Dios y no son felices. Que el temor de Dios les haga comprender que un día todo acaba y que deberán rendir cuentas a Dios» Finalmente afirma: “No podemos pretender que se plantee un futuro mejor, ni esperar que se construyan sociedades más inclusivas, si seguimos manteniendo modelos económicos orientados a la mera ganancia y a la explotación de los más débiles, como son los niños.”

NO A LA ESCLAVITUD INFANTIL.

+MARIANO JOSÉ PARRA SANDOVAL