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La fe mueve montañas, es una expresión fervorosa entresacada del evangelio y ha servicio, por años, como lema de muchos cristianos que se refugian en este don para alcanzar lo que para el mundo parece imposible. Cuando existe una confianza verdadera en Dios las circunstancias de la vida pasan de ser una dificultad a ser una razón para continuar luchando en medio de las carencias y limitaciones, por lo que la fe es el motor que impulsa a seguir en el camino de salvación en espera de la felicidad plena.

Muchos dicen haber vivido pruebas de fe, de hecho, Abraham, el personaje bíblico del antiguo testamento, se le denomina el padre de la fe, precisamente porque Dios lo puso aprueba al pedirle que sacrificara a su hija Isaac y, así como él, muchos son los que atraviesan por sacrificios, enfermedades, perdidas, tragedias, entras situaciones que las puntualizan como pruebas que miden la fe, bien sea para redescubrir lo que hay en ellos y mejorar su vida, o para reencontrarse con un Dios que habían perdido de vista. No obstante, si se habla de fe, es hablar también de universalidad, es decir, la fe no está sujeta a un grupo selecto, es para todo aquel que ha decido creer y confiar.

Ala Alawar, es un hombre de origen sirio y reside actualmente en la ciudad de Coro, estado Falcón. Este hombre vivió una experiencia de fe que cambió su vida, pues presentaba una condición cardiológica que lo llevó a internarse en la Clínica La Guadalupe de esta capital falconiana, el 08 de abril de 2021, con un panorama médico no tan alentador: tensión en niveles pocos favores y latidos del corazón 282 por minuto, aunque esto no le impidió seguir luchando por su vida.

Estando en la clínica, Ala Alawar cuenta haber visto entrar a su habitación al Dr. José Gregorio Hernández, ahora Beato de la Iglesia Venezolana, el cual procedió a presionarle el pecho dos veces, cuando éste retira su mano del paciente, Alawar siente una especie de fuego que sale de su corazón y con esta sensación se disipa todo el dolor que éste sentía por la cardiopatía que estaba sufriendo. Afirmó que el Beato José Gregorio, le tocó el brazo una vez finalizado este momento y le dijo: “Dios te bendiga hijo, ya estás bien” y desde entonces todo se normalizó milagrosamente, su tensión comenzó alcanzar niveles favorables, al igual que los latidos de su corazón, por lo que exclamó fuertemente “¡Estoy vivo, estoy bien, no me duele nada!”.

Al escuchar sus gritos de alegría, la doctora que lo atendía corre a la habitación y el paciente le explica lo vivido, a lo que ella responde que no había ningún otro médico en ese momento en el área donde él se encontraba, pero éste le dice que fue el Dr. José Gregorio Hernández quien lo sanó, sin embargo, ella le insistía que de igual forma no se podía retirar de la clínica por su seguridad, pero él, lleno de gozo, le reiteraba que con la bendición que había recibido ya podía salir porque se sentía muy bien, y es cuando decide firmar los papeles donde se responsabiliza de todo peligro una vez haya salido del centro asistencial.

Ala Alawar salió a la 5:00 de la mañana de la clínica y regresó dos horas más tarde para practicarse los exámenes, los cuales arrojaron resultados impresionantes, pues estaba completamente sano, y aunque tuvo que someterse a otros tratamientos, fueron solo para asegurar una completa recuperación, no obstante, este hombre le atribuye su sanación al Beato José Gregorio Hernández, asegurando que éste se presentó como médico antes de presionarle el pecho, susurrándole al oído su nombre, por esto, el señor Alawar agradeció profundamente al siervo de Dios por auxiliarlo en tan difícil momento, enfatizando que desde entonces su fe acrecentó ante tal experiencia, mostrando su gozo por la elevación al altares de quien fuese su intercesor ante el Señor por su recuperación.

Con relación a la pregunta de qué representaba ahora el Beato José Gregorio Hernández en su vida, el señor Alawar expresó que representaba la humildad, la fe, que entendió, en su figura, que la vida es bella y que a través de este episodio milagroso reafirma la existencia de Dios y que el Dr. José Gregorio verdaderamente es el médico de los pobres y más necesitados. Así mismo, enfatizó que Dios no exige una religión, ni tierra, ni momento ni raza alguna, sino que la fe nace en el corazón de la gente como un manantial de agua viva. 

Sin duda alguna, la fe es una fuerza renovadora, dadora de vida y esperanza para quienes la aguardan en lo más profundo de su corazón, para aquellos que tienen la convicción de que existe un Dios en quien pueden depositar su confianza, aunque no lo vean. El señor Ala Alawar es otro de los tantos testimonios en el que se ve reflejada la bondad de un hombre que desde el cielo ayuda, de la mano del Señor, a redirigir la mirada de muchas personas hacia al Padre, haciendo de este camino un sendero de felicidad y paz para todos. Es José Gregorio Hernández la figura de mayor aprecio a nivel nacional y, aunque Isnotú lo vio nacer, Venezuela lo hizo santo.

Redacción José Alberto Morillo

Prensa Arquidiócesis de Coro

04 de junio de 2021