El mes de Mayo está destinado a celebrar a María y, desde nuestra fe católica, ella es conocida y venerada en sus múltiples advocaciones, pero su grandeza se erige especialmente por su condición de maternidad, ella fue elegida para ser la madre de nuestro salvador y en consecuencia madre nuestra y de la Iglesia. María es, sin lugar a dudas, parte de nuestra fe, en ella confiamos porque Dios confió en ella. María estuvo y está en el plan salvífico de Dios para la humanidad y cada cristiano debe estar consciente de ello. Ella es la madre que con su pedagogía de la ternura nos acompaña en nuestro caminar por el sendero de la fe.
Un primer episodio
Un primer episodio que debemos considerar de mucha significación en la pedagogía humana de María, es su respuesta al ángel Gabriel, cuando éste le anuncia que fue la elegida para ser la madre del salvador, ella asumiendo todo riesgo y con toda la fuerza de su voluntad responde: “Aquí está la sierva del Señor, hágase en mi según su palabra” (Lc 1, 38), con esta respuesta y actitud María nos enseña que ante los proyectos de nuestra vida debemos correr riesgos, asumir con decisión firme y estar siempre dispuestos al Señor, de quien proviene toda fuerza, toda inteligencia, toda voluntad, decir como ella, aquí estoy Señor, porque nadie más que Él para saber lo que nos conviene, aunque al momento n mio comprendamos y nos quedemos perplejos, quizás como ella se quedó.
Del fondo de esta respuesta, y como otro acto pedagógico, emerge una profunda fe y confianza en aquel que posó su mirada en ella, del mismo modo nosotros debemos aprender a depositar nuestra fe y confianza en ese Dios que nos mira y ama profundamente, un Dios que no nos mira de reojo ni nos ama a medias. Dios nos invita a ser parte del plan salvífico para la humanidad, cada uno de nosotros tenemos algo que ofrecer en forma concreta a ese plan, porque formamos parte de él; nos toca como María expresar un sí definitivo, un sí que no fue una aceptación pasiva, sino un acto de compromiso, de decisión humana, libre y deliberada de cooperar con el proyecto de vida que Dios proponía. Cabría preguntarnos y reflexionar si nosotros estamos cooperando con el proyecto de Dios, si en verdad, desde nuestra fe y nuestra vida, nos estamos comprometiendo con Él.
Otra actitud pedagógica de María es la de la escucha y la de guardar todo en su corazón. Escuchar con atención y verdadero interés, de ello depende poder comprender al otro y su realidad y no solo lo que dice. Escuchar para comprender y así poder dialogar y comunicarse. Debemos cultivar la costumbre de escuchar lo que Dios nos quiere trasmitir en cada acontecimiento o través de las personas, Él nos habla desde la cotidianidad y en ella nos presenta sus propósitos para con nosotros, también debemos aprender como María a guardar las palabras de Dios en nuestro corazón, atesorar sus designios y discernirlos en un diálogo abierto con Él, que nos permita crecer en espiritualidad, en fe y en acciones cristianas. Lo que se cultiva y se medita en el corazón va entretejiendo nuestra manera de ser y de relacionarnos con el mundo y fundamentalmente, nos ayuda a comprender la voluntad de Dios para con nosotros.
Son estos valores de la pedagogía humana de María que debemos practicar en el mundo de hoy. La disposición, que nos lleva a salir de nuestro confort y mirar al otro, ser para el otro, que es la mejor manera de ser. El Servicio como gesto de solidaridad y apoyo para los necesitados y más pequeños, preocupación por los demás, que es nuestro sentido de alteridad, preocuparse y ocuparse por el otro desde un amor práctico, un amor que genere transformaciones, así como desarrollar el compromiso, que es asumir con responsabilidad y voluntad aquello en lo cual nos involucramos de manera consciente.
Estos son los valores y las actitudes que María como madre y pedagoga nos enseña desde su vida de silencio, de acompañamiento y apoyo a su hijo. Es oportuno tomar en cuenta lo que indica Jorge Colon, “Se puede decir que en la vida de María tenemos los cristianos un esquema, un bosquejo, un programa, un plano de lo que Dios puede realizar en todo aquél que acepta a Jesucristo como su Señor y Dios.”
Redacción: prof. Moisés Chirinos
Prensa Arquidiócesis de Coro
22 de mayo de 2022