En el repertorio de los chistes en Venezuela y creo que en casi todo el mundo siempre encontramos los conocidos chistes que se basan en las relaciones de los esposos en el matrimonio. Y muchos de ellos culminan con el mensaje explícito o no de que el matrimonio es una carga, es un peso, es una calamidad.
Si nos remitimos a las novelas de televisión y a las películas, son muchas las que nos presentan infidelidades, traiciones y una imagen terrible del matrimonio. Y lo peor es que esa imagen tan negativa del matrimonio se la vamos trasmitiendo a los niños, adolescentes y jóvenes.
Sin embargo, en la Sagrada Escritura se nos revela un plan muy distinto que Dios tiene al respecto. Leemos en Génesis 2, versos 18 al 23: “Dijo Yavé Dios: «No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una auxiliar a su semejanza.» 19 Entonces Yavé Dios formó de la tierra a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para que les pusiera nombre. Y el nombre de todo ser viviente había de ser el que el hombre le había dado. 20 El hombre puso nombre a todos los animales, a las aves del cielo y a las fieras salvajes. Pero no se encontró a ninguno que fuera a su altura y lo ayudara. 21 Entonces Yavé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le sacó una de sus costillas y rellenó el hueco con carne. 22 De la costilla que Yavé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces el hombre exclamó: 23 «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona porque del varón ha sido tomada.»”
Como podemos ver en el Plan de Salvación Dios creó al hombre y a la mujer para que complementándose alcanzaran su realización y su felicidad. En el artículo anterior vimos que al crearnos a su imagen y semejanza fuimos llamados a vivir amando y siendo amados. Es decir, la realización y la felicidad del ser humano radica en vivir en el amor. Y el hombre y la mujer están llamados a unirse, según el Plan de Dios para continuar la obra creadora que Él inició a través de la procreación. “Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Varón y mujer los creó. Dios los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos y multiplíquense.»” (Gn.1, 27-28)
Por lo tanto, el matrimonio es esa unión de un hombre y una mujer, fruto de su amor y donación. “El matrimonio como la plenitud del amor que es capaz de sacar a la persona de su egoísmo para unirla totalmente a lo que ama; hace a la persona más persona, más creativa, más equilibrada, más dueño de si mismo, en definitiva, más feliz; es decir, se da el amor verdadero en el que los dos dejan de decir yo, para decir nosotros; porque es eterno y fecundo.” (CUENCA JIMÉNEZ, Roberto Carlos, El amor en el matrimonio, Revista Medellín, Bogotá, Colombia)
Ese amor entre esposos implica exclusividad. La persona que opta por el matrimonio no puede limitar su afecto únicamente al cónyuge. Debe mantener la relación con otros, de lo contrario se empobrecería. Pero, en tal caso el cónyuge es el filtro a través del cual debe amar a familiares y amigos.
Y en cuanto a la sexualidad en el matrimonio el Consejo Pontificio para la Familia nos enseña: “La sexualidad tiene como fin intrínseco el amor, más precisamente el amor como donación y acogida, como dar y recibir. La relación entre un hombre y una mujer es esencialmente una relación de amor. Cuando dicho amor se actúa en el matrimonio, el don de sí expresa, a través del cuerpo, la complementariedad y la totalidad del don; el amor conyugal llega a ser, entonces, una fuerza que enriquece y hace crecer a las personas y, al mismo tiempo, contribuye a alimentar la civilización del amor; cuando por el contrario falta el sentido y el significado del don en la sexualidad, se introduce « una civilización de las «cosas» y no de las «personas»; una civilización en la que las personas se usan como si fueran cosas. En el contexto de la civilización del placer la mujer puede llegar a ser un objeto para el hombre, los hijos un obstáculo para los padres” (Consejo Pontificio para la Familia. Sexualidad humana: verdad y significado. Orientaciones educativas en familia, #11.)